Aniquilar al discrepante

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Probablemente el último Pleno celebrado el mes de Julio en el Ayuntamiento de Donostia quedará en nuestra memoria por el incidente final que nos ha transportado a tiempos pretéritos. Ese «por algo será» que yo al menos nunca sabré si llegó a ser pronunciado. María José Usandizaga al día siguiente describía mejor que nadie el mal rato que pasó en el Pleno, lo hacía además con la sinceridad que caracterizan sus intervenciones. Y es que, ciertamente, lo sucedido nos hizo pensar a todos en tiempos que creíamos ya superados. Aunque no sé si del mejor modo, este tema parece haber sido zanjado.
Hubo, sin embargo, otras palabras en el Pleno que sí que fueron pronunciadas y que pasaron desapercibidas en el fragor del debate. Debo reconocer que ni yo mismo me di cuenta de que el Alcalde las pronunciaba, pero más de uno se acercó a mí después del Pleno para mostrarme su sorpresa al haberlas escuchado. Y es que el Alcalde, cuando estabamos debatiendo sobre el cambio de la representación municipal en la mancomunidad de San Marcos acusó a la oposición de «aniquilar al discrepante». Es decir, que cambiar la representación del Ayuntamiento de San Sebastián en la mancomunidad de San Marcos aplicando la mayoría democrática del Pleno es para el Alcalde tanto como «aniquilar al discrepante». Curiosa concepción tienen algunos de la democracia. Tal vez esa sea la explicación de la actitud que hemos tenido que soportar a lo largo de este último año con el dichoso tema de la basura. Porque si algo ha quedado claro, tanto en este Ayuntamiento como en las Juntas Generales de Gipuzkoa, es el empeño de imponer que ha tenido Bildu con este tema desde su posición de minoría (y por que no decirlo, también con otros temas).
Si hacer valer 19 votos frente a 8 es para el Alcalde «aniquilar al discrepante», puede explicarme ¿cuál es el calificativo que para él merece la imposición de la voluntad de 8 frente a la de 19?
Pero hubo otra reveladora y curiosa reacción por parte del Gobierno Municipal y de Bildu, «acusando» especialmente al PNV de formar parte de un frente anti-Bildu al votar a un representante del PP para San Marcos. No hay más que ver los twitts que desencadenó el asunto entre la «brunete twittera» que tiene montada la izquierda abertzale en este Ayuntamiento, retwetteando una frase que pronuncié y en la que yo decía que «el PP nos representa mejor que Bildu en San Marcos». Y lo retwetteaban como si hubiera pronunciado un anatema. Soy incapaz de ver dónde está lo improcedente de esta frase, salvo que la izquierda abertzale considere que el PP es un partido, poco menos, que apestado. Curiosa también esta reacción por parte de quien se considera un «calimero político» agredido por todos y acusa a los demás de tratar de excluirle.
Puede ser que en el fondo lo que pase es lo que mi compañero Juanra Viles describía con acierto en uno de sus artículos: La bandera sobre el tejado de cinc (http://juanraviles.wordpress.com/2012/05/15/la-bandera-sobre-el-tejado-de-cinc/) cuando hablaba sobre la ley del embudo. Acepto y exijo el cumplimiento de las reglas del juego democrático cuando es en beneficio propio (ser elegido alcalde y formar Gobierno monocolor con 8 concejales) y descalificar a quienes utilizan las mismas reglas del juego para hacer valer una opinión que es ampliamente mayoritaria en el Pleno y que ha sido obviada por Bildu en lo que vamos de legislatura. Sinceramente no sé si se trata de falta de madurez democrática o simplemente de infantilismo político.