Eusko Ikaskuntza, Medalla de Oro
A finales del siglo XIX y durante los primeros años del XX, hubo un esfuerzo notable por promover el euskera y la cultura vasca. Así, surgieron diversas asociaciones que intentaban conseguir dicho objetivo, entre ellas, Eskualzaleen Biltzarra y Euskal Esnalea, y se crearon varias publicaciones, como Euskal Erria. También se organizaban los denominados Lore-jokoak (Juegos Florales), tanto en Iparralde como en Hegoalde. En 1907 se creó La Revista Internacional de Estudios Vascos (RIEV)…
En ese ambiente, el Congreso de Eusko Ikaskuntza, que se celebró en 1918, en Oñati, supuso un importante avance. La convocatoria realizada por las cuatro diputaciones de Hego Euskal Herria y los obispos de tres diócesis obtuvo una respuesta muy importante. La mayoría de los intelectuales, académicos, artistas y eruditos de la época se reunió en Oñati, para estudiar temas como la raza, el idioma, la historia, el arte, la enseñanza, las ciencias políticas y sociales y los estudios vascos. Entre los conferenciantes podemos citar a Barandiaran, Aranzadi, Urquijo, Elizalde, Azkue, Etxegarai, Campion, Pedro Muguruza, Aita Donostia, Angel Apraiz…
Debido al éxito que obtuvo la iniciativa, se decidió darle continuación, para lo que se creó la Sociedad de Estudios Vascos (Eusko Ikaskuntza). La nueva institución estableció su sede en San Sebastián, en la Diputación Foral.
El esfuerzo por conseguir el objetivo antes citado, se ve claramente reflejado en los temas tratados en los posteriores congresos: el bilingüismo en la enseñanza y, en relación con él, el intento de acercar las escuelas a los barrios y zonas marginadas, la reivindicación de la universidad vasca, el análisis de la situación de la pesca vasca, la supervivencia del arte popular vasco, las Ciencias Naturales y la Medicina… Se crearon los primeros Cursos de Verano, se establecieron las bases teóricas de las ikastolas del futuro, se encargó la realización de los primeros libros de texto en euskera… También tomaron en cuenta a las mujeres, por lo que atrajeron a 200 de ellas.
Al mismo tiempo, la Comisión de Autonomía, de carácter suprapartidista, presentó, en mayo de 1931, el primer proyecto autonómico de la historia vasca, conocido como Estatuto de Estella.
En 1936, Eusko Ikaskuntza contaba con cerca de cuatro mil miembros, constituyendo, así, el mayor colectivo jamás formado a favor de la cultura vasca.
La Guerra Civil truncó todo lo realizado hasta entonces.
Como hemos dicho, la Sociedad estableció su sede en San Sebastián. Además, varios donostiarras de renombre fueron miembros de Eusko Ikaskuntza entre 1918 y 1936. Fausto Arocena, Aita Donostia, Adrian de Loyarte, Juan Olazabal, Benigno Oreja, Francisco Urcola Lazcanotegui, Jesus Maria Leizaola y otros muchos. Merece mención especial Migel Muñoa, quien creó en 1914, en San Sebastián, la primera escuela que impartía sus estudios exclusivamente en euskera, desde preescolar hasta la enseñanza primaria. Y Elbira Zipitria, quien sembró la semilla de la ikastola de la postguerra, durante la década de 1940.
Y como no recordar el Congreso del Bilingüismo, celebrado en el verano de 1931, presidido por el poeta Xabier Lizardi, y que reunió en San Sebastián a cientos de profesores de la enseñanza pública y de la privada.
Después de la guerra, Eusko Ikaskuntza continuó trabajando para conseguir sus objetivos iniciales gracias a los congresos que se celebraban en Iparralde. Esto sirvió también para atraer a más miembros en el País Vasco Norte.
En 1976, comenzó de nuevo la actividad en Hegoalde, y la Sociedad de Estudios Vascos renovó sus fuerzas. La nueva sede se estableció en el Palacio de Miramar. También en esta segunda época, podemos encontrar a muchos conocidos donostiarras entre los miembros de Eusko Ikaskuntza: Jesus Mª Alkain, Iñaki Barriola, Carlos Blasco Imaz, Juan Pablo Fusi, José Antonio Garmendia Elosegi, Slvaro Navajas Laporte, Imanol Olaizola, Miguel Pelay Orozco, Vicente Zaragueta, Agustín Zumalabe…
Después de cien años, constituye la única institución interdisciplinaria presente en todos los territorios vascos.
Pero ahora, debe hacer sus aportaciones a una sociedad diferente de la que existía en el momento de su creación: además del Gobierno Vasco y del Gobierno de Navarra, en Iparralde se ha creado la Comunidad del País Vasco (Euskal Elkargoa). Tenemos universidades públicas y privadas. La enseñanza bilingüe está enraizada, desde preescolar hasta la universidad. La reflexión sobre el lugar de Eusko Ikaskuntza en este nuevo ecosistema ha dado un fruto que todos hemos podido conocer en este centenario: hoy en día, como en 1918, seguirá impulsando el estudio y la reflexión sobre los retos sociales estratégicos, intentando ofrecer respuestas innovadoras. Como ejemplo de ello podemos citar el lema del XVIII. Congreso −Geroa Elkar-Ekin (El futuro que nos (re)une−, congreso que se ha llevado a cabo en los diversos territorios vascos.
Eusko Ikaskuntza ha hecho una aportación extraordinaria para comprender la Euskal Herria de la actualidad. San Sebastián ha sido, desde el principio, miembro de ella, y ésta ha contado con algunos donostiarras como compañeros de viaje. Por todo lo anteriormente dicho, resulta evidente la razón por la cual el Ayuntamiento de San Sebastián ha decidido conceder la Medalla de Oro a Eusko Ikaskuntza: se trata simplemente de un modo de reconocer, valorar y agradecer el trabajo realizado durante todo un siglo a favor de la cultura vasca. ¡Felicidades y muchas gracias!