La escultura de Jesus Maria de Leizaola en la plaza Euskadi

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Tal día como hoy, hace 86 años, Jesus Maria de Leizaola, como muchas otras mujeres y hombres, tuvo que abandonar su ciudad natal, Donostia, como consecuencia de la Guerra Civil que tanto dolor causó en nuestro pueblo.

Hemos elegido ese día tan señalado para en este lugar, la plaza Euskadi, junto a un olivo, colocar la escultura realizada por Sebas Larrañaga. De este modo, desde hoy en adelante tendremos a nuestro lehendakari zaharra entre la ciudadanía. Estoy seguro de que a él le hubiera gustado este emplazamiento, ya que existe una gran afluencia de idas y venidas de personas, ya que él también lo hacía, como un donostiarra más.

Quiero agradecer a la Diputación Foral de Gipuzkoa haber cedido esta escultura a Donostia, y por habernos dado la oportunidad de colocarla en la vía pública.

La Guerra Civil terminó con los sueños de muchas personas y condicionó el futuro de este puelbo. Leizaola también lo sufrió, puesto que durante 4 largas décadas no pudo regresa a Euskadi.

Lo de hoy, en cambio, es justo todo lo contrario de lo vivido aquel 12 de septiembre de 1936. Es la vuelta, ya que queremos rememorar a Leizaola.

Con mi llegada hoy a Euskadi, cumplo y doy fin a una misión que se me encomendó (…) Pido a los vascos la reconciliación y la paz, ese objetivo que ha movido mis gestos y actuaciones en los últimos diez años.

Tras 40 años en el exilio, en 1979 el Lehendakari Leizaola, en suelo vasco, reivindicó aquellos anhelos por los que luchó toda su vida: reconciliación y paz.

No podemos olvidar a quienes, como el lehendakari Leizaola, dedicaron sus vidas a la defensa y la lucha por la democracia y la libertad en un contexto histórico muy difícil. Ellos y ellas fueron las tablas de salvación de todos los que anhelaban la paz y la libertad. El símbolo de los que soñaban con un futuro para nuestro pueblo.

A quienes estamos hoy aquí nos toca ahora continuar el camino iniciado por ellos. Nosotros somos quienes tenemos que seguir trabajando, y haciendo camino por la paz, la libertad y la reconciliación.

En esta plaza se dan cita tres conceptos:

-la Paz, representada por este olivo;

-la Libertad, que simboliza esta plaza Euskadi abierta a la ciudad y a la ciudanaía;

-y la Reconciliación, simbolizada por este puente que une dos orillas y al que está mirando el lehendakari zaharra.

Todos somos puente entre nuestros antecesores y sucesores. Somos el nexo entre diferentes generaciones. Esos puentes nos sirven también para poder ponernos en el lugar del otro, tendiendo caminos para entendernos con quienes piensan, aman o sienten diferente.

Reconozco que siempre he tenido una admiración y cariño especial por Jesus Maria de Leizaola, nuestro Lehendakari Zaharra. Por un lado, porque era donostiarra de nacimiento, e hizo grandes cosas por esta ciudad en su trayectora. Y por otro, porque mujeres y hombres como él representan mejor que nadie lo que es hacer páis, lo que es hacer política de verdad, lo que es querer el pueblo y la patria.

Este año se cumplen 125 años de otra ilustre persona nacida en nuestra ciudad, el compositor Pablo Sorozabal. Entre sus obras se encuentra la cantata “Gernika”, la obra dedicada al ansia por pervivir de nuestro pueblo.

Así dicen algunas de sus estrofas.

 

Haritza bezain lerden eta zutik, gero eta indartsuago.

Arrano beltzak alferrik datoz, lainoak baino gorago.

Euskal gaztedi guztiok erne, etsaia borrokatzeko

Hiltzaile horiek inoiz ez dute haritzik lurperatuko.

 

Hautsi gure kateak

piztu euskal legeak

ta hil artean bizi askatasunean

eta pakean.

 

 

Reconciliación y paz

Eskerrik asko, Jesus Maria de Leizaola.

Eskerrik asko bihotz-bihotzez, Lehendakari Zaharra.

Izan zirelako gara!