Donostia itxaropen eta bizikidetza hiria
Horrela aurkeztu nuen Donostia astelehenean, urriak 8, Madrilgo Nueva Economia Forum-ean egin nuen hitzaldian. Donostia, indarkeriak eta terrorismoak gehien kolpatu duen hiria izanda, gertuko historiaren eraikuntzan bere papera eskatzen ari den hiri bat dela uste dut. Donostiak egunero egiten du bizikidetza ariketa, eta ETAren indarkeriaren amaieraren ondoren, egoera asko normaldu da. Jatorri politikoa duten indarkeriek Donostian 126 hilketa eragin dute osotara, gehienak ETA-k eraginda, nahiz eta zerrenda horretan badauden beste talde batzuek hildakoak, segurtasun indarren ardurakoak edo egiletza jakinik gabeak. Errealitate historiko hori oinarri hartuta, beharrezkoa da hirian espazioak aurkitzea, biktimen duintasuna -inork inoiz kendu behar ez ziena- berreskuratzen lagunduko dutenak. Zientza, kultura eta turismoa ere izan ditut hizpide.
Hemen duzue, nire hitzaldi osoa.
Egunon denoi. Buenos días a todos/as. En primer lugar quiero agradecer a los organizadores de Nueva Economía Forum por haberme dado la oportunidad de participar en este encuentro. Muy en especial, también a Manuela Carmena por acompañarme hoy aquí y por haber accedido a presentarme en su Ciudad. Manuela es buena conocedora de la realidad del País Vasco y de Donostia, siempre nos ha mostrado un especial cariño, y cada vez que hemos necesitado su colaboración no ha dudado en prestárnosla generosamente. Gracias de corazón.
Y como no, mi más sincero agradecimiento a todas las personas que han respondido a la convocatoria y hoy están presentes en esta sala.
Estoy seguro de que muchos de los presentes conocen bien nuestra Ciudad, de hecho, muchas de las caras que veo hoy aquí comparten conmigo el inmenso orgullo de ser donostiarras. Me gustaría no obstante poder hacer una sucinta descripción de mi Ciudad antes de abordar algunas de las principales cuestiones que hoy nos afectan, nos preocupan y ocupan, y que compartimos con muchas otras ciudades.
Donostia es una Ciudad de escala humana. Es una de las definiciones que más me gusta utilizar para describirla. Tal vez es un modo de no decir que, en el fondo, es una Ciudad no muy grande. 186.000 habitantes en un entorno metropolitano de alrededor de 400.000 habitantes. Aproximadamente los mismos que hace 10 años, pero un poco más viejos. Este último dato me sirve para señalar ya uno de los retos que como toda sociedad occidental, nuestra Ciudad también tiene ante si: El reto que supone el envejecimiento de la población.
Donostia es también una Ciudad dinámica. A pesar de ser muy conocida por sus encantos gastronómico-culturales, encierra una enorme actividad ligada al conocimiento y a la investigación. No en vano, Donostia es sede de 4 Universidades, lo que nos proporciona cifras récord en lo que a formación se refiere. El 34,5% de la población está en posesión de estudios medio-superiores o superiores. El 60,7% de la población joven (30-34 años) tiene estudios universitarios completados. Destinamos aproximadamente el 2,5% del PIB a I+D+i. La tasa de paro se sitúa este año en torno al 8%. Es la más baja de las capitales vascas, y a años luz de la del Estado. Y la renta per cápita es de 39.921 euros. También la más alta de las capitales vascas. A esto hay que añadir un dato, que creo que es relevante, el relativo al nivel de desigualdad entre distintas zonas de la Ciudad; en lo que a rentas se refiere, la renta familiar media en el barrio más “rico” no supera 2,5 veces a la renta familiar media del más “pobre”.
Pero una Ciudad que presenta estas credenciales también tiene sus problemas. Al fin y al cabo, ofrecer una alta calidad de vida implica que el coste de la vida, y en especial, el precio de la vivienda vayan en consonancia. Y ese es otro de los elementos que nos preocupan / ocupan especialmente. No hay más que mirar cualquier estudio sobre el precio de la vivienda en el Estado para comprobar que San Sebastián suele disputarse la primera posición con Barcelona y Madrid. Para una Ciudad que envejece, este es un dato ciertamente alarmante. Es por ello que el tema de la vivienda adquiere una importancia notable en nuestro caso. Así nos lo indican nuestros propios ciudadanos en la última encuesta de percepción ciudadana, en la que figura en primer lugar del ranking la preocupación por la carestía de la vivienda. Lo cierto es que si no somos capaces de articular respuestas, corremos el riesgo de expulsar de la Ciudad a los más jóvenes. Eso es algo que ya viene sucediendo desde hace mucho tiempo. El fenómeno del turismo es otro factor que merece también nuestra atención en relación con esta cuestión. Tendremos ocasión más adelante para incidir sobre este aspecto.
Donostia es una Ciudad con una intensa actividad cultural. En proporción a su tamaño, tiene una red de infraestructuras culturales y una oferta magníficas. Capital europea de la Cultura en 2016 bajo el lema “Cultura para la convivencia”, sede del Festival Internacional de Cine, festival de jazz, quincena musical… y desde 2015 sede de Tabakalera, un ambicioso proyecto que aspira a ser un nuevo referente cultural que integra un mosaico de actores e iniciativas: es la sede del propio Festival de Cine, la Filmoteca Vasca, la Escuela de Cine Elías Querejeta, espacios de creadores, laboratorios de cultura digital, una biblioteca digital, salas de exposiciones… Y todo ello, con la vocación de ser un ecosistema cultural que gira en torno a la cultura contemporánea y se convierta en un promotor de cultura de vanguardia.
En definitiva, es el símbolo de una ciudad que sabe mantener sus referentes culturales más arraigados, pero que apuesta por crear nuevos espacios que demuestran que la Capitalidad Cultural Europea no fue flor de un día.
Y es que nuestra Ciudad ha dado mucho talento al mundo. Desde Chillida a Cristina Iglesias. Me dejarán que haga un paréntesis para presentarles uno de los proyectos más apasionantes en los que estamos trabajando: El proyecto de la casa del Faro de Cristina Iglesias.
Seguro que lo que les voy a decir les llamará la atención: Cristina Iglesias no tiene ninguna obra permanente en su ciudad natal. Y eso no puede ser.
Cristina, elegida Tambor de Oro en 2016, está trabajando ya, y me consta que a pleno rendimiento, en un proyecto que personalmente me entusiasma, y creo que a ella también: una intervención en el interior del Faro de la Isla de Santa Clara, en medio de la Bahía de la Concha, en la que quiere hacer una de sus recreaciones poéticas, jugando con la idea del arte como lugar de reflexión, de mirada introspectiva, y valiéndose para eso del mar y sus ritmos..
Es un proyecto en el que tanto Cristina Iglesias, a quien no hace falta que ensalce porque su nombre está ya entre los grandes de la escultura internacional, como el Ayuntamiento estamos trabajando codo con codo para que pueda ver la luz, si todo va bien, en otoño del próximo año.
Creo que va a ser un nuevo icono de la ciudad, un símbolo de esa apuesta por la cultura, y estoy seguro de que se va a convertir en un reclamo para mucha gente que vendrá a visitarnos sólo por vivir la experiencia que Cristina está preparando en la Isla.
Debo confesar que cuando como Alcalde me toca hacer una presentación de mi Ciudad, me siento como un comercial que trata de vender las bondades de su producto. Pero créanme, no me resulta nada complicado hacerlo, porque la realidad habla por si misma, y lo cierto es que afortunadamente Donostia vive uno de los mejores momentos de su reciente historia. Y que nadie piense que digo esto porque me presento a las elecciones el año que viene y deseo ponerme medallas. Vivimos este momento gracias al enorme esfuerzo que han realizado durante mucho tiempo los y las donostiarras, y porque desde hace 7 años ha desaparecido de nuestra Ciudad y de nuestro País un enorme lastre que actuaba como un tapón: La violencia de ETA. Sobre ese enorme cambio que se ha producido en estos últimos años hablaré al final de mi intervención.
Considero como Alcalde que en este momento, lo importante es saber acompañar el potencial que la Ciudad tiene, y saber detectar y afrontar los principales retos a los que nos enfrentamos. Retos que, en gran medida, son comunes a todas las ciudades, y a los que cada uno de nosotros tratamos de hacer frente lo mejor que sabemos
Donostia se reivindica como auténtica ciudad de ciencia e innovación. Como bien dice quien es presidente del Consejo Social de la Ciudad y alma mater del Donostia International Physics Center, Pedro Miguel Etxenike: Desde un doble aspecto; Ciudad de ciencia (investigación y avance en el conocimiento) y ciencia en la ciudad (difundiendo y compartiendo el conocimiento). En definitiva, ciencia para todos.
Empezamos a ser conocidos como una ciudad de Ciencia y Tecnología, como una ciudad de conocimiento con reconocimiento internacional. Para ello contamos con la calidad de las personas. Calidad de las personas e infraestructuras adecuadas convierten a un centro, una ciudad o una nación en atractiva en el concierto mundial.
Tenemos Centros de Investigación relacionados con los ámbitos del futuro como las Biociencias, las Nanociencias, las Neurociencias y las Tecnologías de la Información y la Comunicación además de una relación muy estrecha con las industrias del territorio. Esto está posibilitando la atracción de empresas del ámbito a nuestra Ciudad.
Hoy la cima del talento creativo no la elegimos nosotros. Ellos/ellas nos eligen a nosotros. Tenemos que crear las condiciones para ser atractivos en el concierto mundial, y ésta es sin duda una de nuestras prioridades.
Pero la ciencia no solamente es económicamente decisiva sino culturalmente crucial. La generación de conocimiento a través de la ciencia ha supuesto un cambio radical en nuestra percepción del mundo y de la propia condición humana. Para este Alcalde la ciencia es parte esencial de la cultura moderna y el prestigioso festival internacional de ciencia “Passion for knowledge” formó parte de nuestro proyecto de capital cultural. Más de 10.000 personas participaron en este proyecto en el 2016.
La ciencia es una herramienta de libertad. Una sociedad formada e informada científicamente está más capacitada para tomar decisiones complejas en un mundo aceleradamente cambiante. La práctica científica promueve el pensamiento crítico y el diálogo, alimenta el intercambio racional de ideas y fomenta el respeto a puntos de vista diferentes, aspectos que en su conjunto pueden ayudarnos a lograr uno de nuestros grandes objetivos: desarrollar las actitudes adecuadas para enfrentarnos a la intolerancia y el fundamentalismo, y fomentar la tolerancia y el respeto.
Las mismas virtudes que predico de la ciencia las posee la cultura. Y esa es sin duda una de las grandes apuestas de nuestra Ciudad. He repetido hasta la saciedad que haber sido capital europea de la cultura en el año 2016 representaba mucho más que una apuesta temporal. Dicho de otra manera, Donostia es una capital europea de la cultura desde 2016 y para siempre.
En un encuentro celebrado con Alcaldes de distintas Ciudades europeas en Dresde hace ya un año, tuvimos la ocasión de debatir sobre los modos de fortalecer la cohesión social en nuestros municipios. Recuerdo bien las palabras de un Alcalde holandés que afirmaba con rotundidad que la mayor aportación que podíamos realizar desde el municipio era invertir en cultura, deporte y educación. Estoy plenamente de acuerdo con esa afirmación. Y creo que Donostia es, humildemente, ejemplo de ello.
Nuestros eventos culturales son sobradamente conocidos, y deben ser mimados adecuadamente, pero especialmente tras la experiencia de la capitalidad, queremos poner el foco en la creación. El ya citado proyecto Tabakalera, principal depositario del legado de la capital es el epicentro de esta apuesta. El referente de un ecosistema que empieza a dar sus frutos.
Por poner un ejemplo, como donostiarra y por lo tanto vasco, es para mi un orgullo ver como la producción cinematográfica empieza a darnos grandes satisfacciones. Loreak, Amama o Handia son muestras de esa capacidad creativa vasca en la que Donostia se sitúa como punto de referencia del País.
No es posible que un Alcalde donostiarra deje pasar una oportunidad sin citar la gastronomía como otro de los pilares de nuestra cultura. Nuestros cocineros y el Basque Culinary Center son el mascarón de proa, con los que trabajamos de la mano en nuevos proyectos de futuro. Como el que ubicaremos en Tabakalera próximamente, donde buscamos anticiparnos al futuro para seguir estando en la vanguardia mundial.
Y claro, con estos mimbres va de suyo que el turismo sea un fenómeno que va ganando peso en nuestra Ciudad, lo cual nos exige abordar también este reto con visión y capacidad de anticipación.
San Sebastián era una ciudad turística antes de que se inventara este término. Desde la llegada de la Reina María Cristina, a finales del Siglo XIX, nuestra ciudad vivió un boom como destino vacacional, con su época dorada durante la primera guerra mundial, que primero la dictadura, y posteriormente los años del terrorismo relegaron a un segundo plano, pero que, en los últimos años, experimenta nuevamente un incremento muy grande en un contexto general de crecimiento exponencial de la industria del turismo.
El turismo, tal y como se conoce hoy, es fuente de riqueza. Aporta muchos puestos de trabajo y, en el caso de San Sebastián, supone ya el 13% de su PIB, llegando a ser, por vez primera, el principal sector de generación de riqueza.
San Sebastián es atractiva, tanto para los visitantes como para el sector. Así, en los últimos meses estamos observando un incremento del número de establecimientos hoteleros de nueva creación que están abriendo sus puertas, con una previsión, contando los inaugurados el año pasado, de más de veinte hoteles en tres años.
Pero junto al auge del turismo, aparecen fenómenos de turismofobia como los vividos en determinados momentos, especialmente el pasado año. Fenómenos que considero no representan en absoluto, el sentir mayoritario de nuestra Ciudad, pero que utilizan para otros fines algunos de los miedos que el auge del turismo genera, y que no son otros que los riesgos que un turismo masificado y descontrolado implica.
Es por ello que resulta más necesario que nunca desde las Ciudades diseñar un modelo de turismo basado en la sostenibilidad. Es lo que durante este mandato venimos trabajando en Donostia. Un modelo que pone el acento en la autenticidad, la experiencia y la convivencia con la Ciudad real.
San Sebastián no rechaza, por tanto, el turismo, todo lo contrario. Pero tenemos claro que debemos propiciar un modelo compatible con nuestra identidad, y que ello implica tomar decisiones.
Me referiré, en concreto, al fenómeno de las viviendas de uso turístico, los llamados pisos turísticos. Este es un fenómeno que ha venido para quedarse. Forma parte de la realidad de las vidas de miles de ciudadanos, y es una opción alojativa tan legítima como cualquier otra, siempre y cuando cumpla una serie de requisitos que también cumplen esas otras ofertas alojativas. Una de ellas, por supuesto, la de declarar a Hacienda el rendimiento económico obtenido. Pero esto no es suficiente.
En el caso de San Sebastián, y tras un exhaustivo análisis de la situación, el número de viviendas, su distribución a lo largo de la ciudad, hemos apostado por aprobar una ordenanza específica que regula los pisos turísticos. Creemos que su proliferación tiene una serie de consecuencias en la convivencia que deben ser abordadas y reguladas desde el ámbito municipal: En nuestro caso, al igual que en otras ciudades, tenemos zonas y barrios donde se concentran la mayor parte de estas viviendas, lo cual provoca molestias, ruidos y conflictos con las comunidades vecinales. Pero es que además, resulta evidente que su proliferación empuja al alza el precio de la vivienda, sacando además muchas de estas viviendas del mercado de alquiler residencial, lo que impide que mucha gente pueda acceder a una vivienda en alquiler.
Todas estas consecuencias, y muchas otras, las hemos llevado a una ordenanza, que determina una serie de limitaciones: Por ejemplo, declarando zona saturada la Parte Vieja y, por tanto, impidiendo que se otorguen más licencias (como ya se hizo por cierto hace años con los bares, impidiendo la apertura de más establecimientos hosteleros en esta misma zona); al mismo tiempo, se fijan una serie de condiciones y restricciones en otras zonas de la ciudad, mientras que se abre la puerta, aunque de forma limitada, a que se puedan abrir en barrios de la ciudad con una escasa presencia de vivienda turística.
Esta ordenanza, aprobada por la mayoría del Pleno, ha sido recurrida por la Autoridad Nacional de la Competencia, al igual que lo ha hecho con la ordenanza de Madrid o Bilbao, con el argumento de que la regulación es excesiva y dificulta el libre mercado.
Pues bien, a nuestro entender, el recurso que anuncia la Autoridad Nacional de la Competencia es desde todo punto injustificable. Porque un bien como la vivienda no puede ser entendido únicamente desde la dimensión del mercado como un producto cualquiera; la vivienda es un bien que cumple un fin social, y a las instituciones nos compete garantizar el acceso a la misma.
Como Ayuntamiento, vamos a defender la autonomía municipal a la hora de regular y planificar desde el punto de vista urbanístico el fenómeno de los pisos turísticos. Plantear siquiera que no podamos hacerlo nos lleva a un escenario en el que un Ayuntamiento pierde uno de los principales instrumentos para garantizar el fin social de la vivienda. Los Consistorios debemos tener la capacidad de ordenar urbanísticamente realidades que hoy forman parte de nuestras ciudades. La única vía que nos queda a las ciudades para acometer este fenómeno, que no olvidemos, también esta siendo gestionado desde centros muy lejanos mediante las plataformas digitales, es el de la regulación siguiendo criterios urbanísticos.
Parece que el Gobierno quiere abrir la puerta a que las comunidades puedan decidir si su comunidad permite o no la ubicación de pisos turísticos. Veremos qué sucede, pero creo que tampoco podemos pasar la pelota a la comunidad de vecinos, donde sabemos que, en muchas ocasiones, la concordia es un elemento muy frágil.
Las ciudades no pueden perder su identidad ni sus raíces arrastradas por el tsunami de la globalización. Debemos salvaguardar nuestro carácter de ciudades habitables y habitadas por sus locales. Tenemos que buscar soluciones a la presión que lleva a algunas zonas a convertirse en auténticos parques temáticos. Aunque esta última expresión está muy de moda, también en San Sebastián, creo que tenemos que ser honestos y ser capaces de distinguir cuándo una zona tiene un riesgo de gentrificación intensiva durante todo el año, y cuándo se convierte en una zona muy visitada durante unos meses, pero que durante el resto del año mantiene su vida, su vecindario, su comercio y su identidad.
Supongo que es compresible que en el caso de San Sebastián el fenómeno de las viviendas de uso turístico y su regulación sean objeto de especial interés. Lo es porque si ya arrastrábamos un problema con el precio de la vivienda desde hace muchos años, la suma de este nuevo fenómeno puede agravar, más si cabe, esta situación. Y eso afecta directamente a los más jóvenes.
Es por eso que la cuestión de la vivienda adquiere una especial relevancia en nuestro caso. Y nos exige además buscar respuestas. Diría que nuevas respuestas que vayan más allá de la promoción de la construcción de nuevas viviendas, sean estas libres, tasadas o protegidas.
Es lo que trata de hacer el Plan de Vivienda que acabamos de definir. Se parte del análisis de la Ciudad construida y se pone en relación con la realidad actual. La realidad actual nos dice que como consecuencia del paulatino envejecimiento de la población, cada vez es mayor el número de vivienda de gran metraje con un solo inquilino. La flexibilización de las normas sobre división de vivienda podría por lo tanto optimizar la utilización de lo ya construido, además de permitir abordar proyectos de rehabilitación de vivienda que de otro modo serían inabordables.
Este Plan de Vivienda marca el camino a seguir, y sin duda es uno de los principales proyectos que será necesario abordar de cara a la próxima legislatura.
Ya he mencionado que tenemos una relación de 2,5 entre el barrio más “rico” y el más “pobre” en términos de renta familiar. Se puede afirmar por tanto que Donostia es una Ciudad sin enormes diferencias sociales, pero tenemos que trabajar para luchar contra las diferentes formas de exclusión social.
Y este es un reto que debemos afrontar de forma colectiva, no únicamente desde las instituciones. Gipuzkoa es un territorio en el que el llamado “tercer sector” tiene una enorme fortaleza. Tenemos una sociedad civil con una enorme capacidad de articular respuestas a distintas situaciones, y nuestro modelo se basa en la colaboración permanente con ese potente “tercer sector”. En definitiva, creo que debemos seguir trabajando en un modelo de gobernanza público / privada para actuar sobre las situaciones de exclusión más extremas, pero también debemos aprender nuevas formas de trabajar preventivamente evitando que caigan en la exclusión personas o colectivos con grave riesgo de hacerlo.
Y en este punto quiero hacer referencia a un fenómeno que durante los últimos meses ha tenido especial incidencia en Donostia. Como tantas otras ciudades, durante el verano y también ahora, nos hemos convertido en ciudad de paso para muchas personas en su largo viaje entre África y Europa. Pero es previsible que además de ser lugar “de paso”, seamos a no mucho tardar también Ciudad de destino.
Y debo reconocer que ante este enorme reto, en muchos momentos los municipios nos sentimos indefensos. A fin de cuentas, somos el eslabón al que se le reclama la atención de las personas migrantes, pero no hay, en mi opinión, políticas claras, definidas ni decididas, para dar respuesta a este fenómeno que no puede ser abordado desde el ámbito únicamente municipal, ni autonómico ni, si me apuran, estatal. Este es un problema Europeo que no está recibiendo la respuesta que se merece, y somos, además de las propias personas migrantes, las Ciudades las que sufrimos las consecuencias más directas.
Donostia siempre ha estado dispuesta a comprometerse para dar respuesta a estas situaciones, como lo estuvo a la hora de dar respuesta a la crisis de los refugiados, pero lo cierto es que en ocasiones nos sentimos muy solos a la hora de tratar de hacerlo, y además, sin poder saber cuáles son las situaciones a las que podemos enfrentarnos. Y esto no debería improvisarse.
Como Ciudad firmante del pacto de Alcaldes contra el cambio climático en la cumbre del clima de París, venimos trabajando intensamente en un ambicioso plan para reducir emisiones denominado Klima 2050. Sabemos que en nuestro caso, el modelo de movilidad es precisamente uno de los pilares sobre los que debemos actuar, puesto que es la mayor fuente de emisiones en nuestra Ciudad.
No caben discusiones, hay que actuar profundamente para modificar la forma en la que nos movemos. Ello además nos proporcionará una mayor calidad de vida.
Hemos entrado de lleno en esa transformación. Por una parte con la apuesta por el transporte ferroviario. La construcción de la pasante ferroviaria de cercanías que denominamos Topo está ya en marcha. Para 2022 el área metropolitana de Donostia, con una población cercana a las 400.000 personas contará con un potente medio de transporte público que “coserá” nuestro Territorio hasta la frontera.
Estamos a las puertas de la tan esperada llegada del Tren de Alta Velocidad en 2023, y la finalización un poco antes de la conexión con la red transeuropea que se está acometiendo en este momento.
Independientemente de la posiciones que unos u otros puedan mantener sobre la situación del Aeropuerto de San Sebastián en Hondarribia, es más que evidente que las limitaciones derivadas de su compleja ubicación hacen que esta infraestructura presente serias limitaciones a la hora de mejorar las comunicaciones exteriores de nuestra Ciudad. Es por ello que la llegada del tren de alta velocidad adquiere en nuestro caso una especial relevancia. Diría que es vital.
Simultáneamente a las obras de construcción del Tren de Alta Velocidad se desarrollan las obras de implantación del tercer hilo desde Irún, lo cual permitirá la desaparición de la frontera ferroviaria con el resto de Europa en un futuro muy próximo. Hemos empezado ya a pensar en las operaciones que esa nueva realidad nos va a permitir. Es por tanto hora de empezar a diseñar los nuevos servicios transfronterizos que harán más real que nunca el proyecto de la Eurociudad entre Donostia y Bayona.
Junto a las actuaciones ferroviarias, la otra gran apuesta es la de la movilidad eléctrica. Una clara apuesta en la que nos hemos embarcado junto con otras instituciones y en colaboración con el tejido empresarial del Territorio. Me permitirán que presuma de Territorio en este punto, puesto que puedo afirmar sin riesgo a equivocarme, que contamos con el “know-how” y con empresas punteras a nivel mundial. Estamos decididos a apostar por la transformación del transporte público urbano en eléctrico y lo estamos haciendo de la mano con las empresas locales, a las que nuestra Ciudad les sirve de laboratorio y escaparate.
Dentro de unos meses, un autobús urbano va a arder en el Boulevard donostiarra. Agentes antidisturbios y encapuchados parapetados tras las barricadas volverán a lanzarse pelotas de goma, piedras y cócteles molotov. Mientras, varios ciudadanos caminan a pocos metros intentando sortear como pueden los graves incidentes, habituales en el centro de la ciudad. Hay heridos y varios detenidos.
Afortunadamente, esta escena no será real. Pertenece a la grabación de una serie de ficción que tiene una de sus localizaciones en Donostia. Corresponde a la adaptación televisiva de la novela ‘Patria’, del donostiarra Fernando Aramburu, y cuyo guionista para la pequeña pantalla es otro donostiarra, Aitor Gabilondo.
No sé con exactitud si esta escena será una de las que el equipo de ‘Patria’ va a rodar, pero es muy probable que sí. Lo que les puedo afirmar es que muchas de las escenas de la serie se van a grabar en nuestra ciudad, porque así me lo trasladó el propio Aitor Gabilondo recientemente.
Me he permitido esta pequeña licencia para introducir mi intervención sobre la convivencia en este Foro, trayendo hasta el presente una imagen que parece ya olvidada, pero que pertenece a nuestro pasado reciente. Un pasado muy próximo en el tiempo pero que, afortunadamente, es ya historia en nuestra ciudad y nuestro país.
San Sebastián tiene el triste honor de ser la ciudad vasca con más asesinatos vinculados a la violencia de origen político entre 1960 y 2010. La inmensa mayoría, 107, han sido asesinatos cometidos por ETA, ETA político militar, ETA militar, y Comandos Autónomos. Otros 4 son obra de otros grupos violentos como ATE, GAL, GAE o el Batallón Vasco Español; 11 más obedecen a muertes causadas por fuerzas de seguridad; 4 son de autoría dudosa o desconocida. 126 muertes en una ciudad de 186.000 habitantes.
Más allá de los fríos números, sin embargo, creo que esta realidad merece una profunda reflexión desde el presente: ahora que hablamos de la Memoria Histórica, -ese concepto que siempre vinculamos con otras épocas también oscuras pero más lejanas en el tiempo-, también tenemos que reivindicar la Memoria de nuestra historia cercana. Aquella que, desde finales de los años 60 hasta 2001, fecha del último asesinato cometido en nuestra ciudad, ha dejado un reguero de dolor, de víctimas, de familias destrozadas, de vidas arruinadas. Y todo ello, para nada. Ninguno de los asesinatos, muertes, secuestros, han obtenido ni un solo logro más allá del de destrozar a seres humanos.
Por ello, sin ningún complejo ni ningún paño caliente, en nuestra condición de ciudad vasca más golpeada por la violencia, creo que es necesario que también seamos un espacio de memoria y reparación, en el que se vayan restañando las heridas, y que nuestras calles encuentren lugares para el recuerdo de las víctimas, donde puedan ver recogida su dignidad que nadie, en nombre de ninguna causa, les debió de arrebatar.
Desde el Ayuntamiento que presido, hemos trabajado durante toda la legislatura por buscar esos espacios en los que las víctimas vean reconocido a su familiar perdido, y encuentren un lugar para esa justicia y esa reparación de la que son merecedores. Espero que pronto podamos dar un nuevo paso en ese empeño.
Si he traído a colación nuestro duro pasado ligado a la violencia, es porque quiero reivindicar que hoy, San Sebastián es una ciudad de convivencia. Más allá del tópico, puedo afirmar que lo es, en muchos aspectos. Una convivencia política, social, lingüística, cultural…
La Donostia Capital Europea de la Cultura, lo fue con un programa basado en un lema: cultura para la convivencia. Este programa fue seleccionado en 2009 por la Unión Europea, todavía en un contexto en el que aún no se vislumbraba el final de ETA. Se premió así la apuesta de una ciudad por usar la cultura como herramienta para la transformación social y como vehículo para abrir espacios de diálogo donde antes había confrontación. La realidad política y social durante el año de la Capitalidad fue muy diferente al momento en el que la ciudad resultó elegida: disfrutábamos ya de un periodo sin violencia, y la expectativa de la próxima desaparición de ETA era real.
Algunos de los programas de la Capitalidad Cultural exploraban los territorios de la confrontación y el abrazo. Recuerdo, por ejemplo, el vívido intercambio de reflexiones que dos intelectuales donostiarras, el antes citado Fernando Aramburu y el escritor euskaldun Ramon Saizarbitoria, protagonizaron en la librería ‘Lagun’. Fue uno de los momentos, para mí, más brillantes de la Capitalidad, con dos visiones diferentes sobre la literatura, pero también sobre la sociedad que la inspira y acoge. Fue un encuentro absolutamente sincero, duro, pero necesario, que quedó recogido para la posteridad y que les animo a buscar en Internet porque les aseguro que merece la pena revivir.
Otro de los proyectos que más poso dejó durante el 2016 fue un programa llamado ‘Adiorik gabe / Sin adiós’. A través de representaciones artísticas en un escenario, la música y los recuerdos traían la memoria de varias víctimas de la violencia y el terrorismo, con nombres y apellidos, de los que se recordaban, precisamente, sus gustos, sus aficiones, sus ideas, pero también su intimidad familiar y personal. Fue una manera descarnada, respetuosa pero brillante, de rescatar del olvido a las personas que fueron vilmente asesinadas. Les puedo asegurar que en cada una de las tres representaciones realizadas, muchas personas vivieron, vivimos, una transformación catártica.
Hoy, San Sebastián, es una ciudad de esperanza. Lo es, porque en nuestras calles la gente puede caminar con libertad. Hoy es el día en el que el Alcalde de San Sebastián puede andar por su ciudad sin escoltas, al contrario de lo que tuvieron que vivir algunos de los anteriores, cuando no podían pisar algunas zonas de su propia ciudad. Las diferencias políticas se dirimen en las instituciones. Y los y las donostiarras realizamos diariamente un ejercicio inconsciente pero real de convivencia. En el ámbito laboral, en el universitario, en el deportivo, en el social, en el ocio, en la reunión vecinal, en la sociedad gastronómica…
Pero quedan cosas por hacer. La educación de los más jóvenes es, sin duda, una de ellas. No podemos permitir que las nuevas generaciones no conozcan lo que ha ocurrido aquí hasta antes de ayer. Es nuestra obligación. Pero, parafraseando a una persona que está hoy aquí entre nosotros, las cosas, para hacerse bien, necesitan tiempo. Evidentemente, sólo el tiempo no es garantía de que las cosas, en este ámbito, se van a hacer bien. Pero no es menos cierto que para poder ver las cosas con perspectiva, es necesario tener una cierta distancia temporal para valorar aquello que se está haciendo bien y corregir aquello en lo que se está errando.
Creo que no me equivoco si afirmo que la mayor parte de la sociedad vasca ha pasado la página de la violencia, la negra página de ETA. Pero pasar página no significa olvidar. No creo que nadie, o casi nadie, haya olvidado. Pero creo que la combinación de las políticas institucionales en el ámbito del recuerdo y la memoria, en el de la educación, con un reposo tras más de 40 años de violencia, pueden llevarnos a un horizonte en el que el relato que finalmente se apodere sea el de la verdad, la justicia y la reparación. Ello tiene que llevar, inevitablemente, a abrir cajones que a veces resulten incómodos: también ha habido abusos policiales, también han existido zonas oscuras en los aparatos del Estado. Y para que esa memoria se convierta en algún momento en reparación, también habrá que hincarle el diente a eso y hacer justicia, sin temor. La Democracia sale fortalecida cuando se depuran responsabilidades, también de los servidores del Estado de Derecho.
Hace pocos meses, recordábamos en un sencillo acto en la compañía municipal de autobuses a dos trabajadores, dos chóferes, muertos durante los años violentos: uno, Mikel Zabalza: detenido por la Guardia Civil, hallado muerto poco después en el río Bidasoa, en una muerte que aún no ha sido judicialmente esclarecida; el otro, Ángel Portugal: un conductor de autobús fallecido a consecuencia de un infarto poco después de que el vehículo que conducía fuera asaltado por unos encapuchados. Al homenaje acudieron todos los partidos del Ayuntamiento: desde el PP a EH Bildu. Todos compartimos junto a las dos familias el mismo espacio y la denuncia de que esas muertes nunca debieron de ocurrir. Para mí, es un motivo para la esperanza, que permite soñar con un futuro en el que dos mundos, dos realidades, simbolizadas por esas dos madres de la novela ‘Patria’, antaño amigas y a quienes la vida les situó en las antípodas, se funden en un silencioso abrazo compartiendo su dolor y su consuelo.
Pero trabajar por la convivencia también nos exige a todos avanzar en dar respuestas políticas a cuestiones que todavía quedan pendientes. Seria un gran error pensar que no nos queda nada por resolver. Y muchas veces observo, no sin cierta desesperación, que eso es lo que algunos piensan.
Podríamos decir que superada la negra etapa de ETA, Euskadi vive una fase de ‘descompresión’ política, que algunos han venido a denominar ‘el oasis vasco’. Se ha puesto como ejemplo, a veces con mala intención, para contraponerlo a la confrontación política que vive Cataluña.
Pero esa situación no puede devenir en una parálisis, ni la respuesta puede ser un ‘no a todo’. El no por el no, la inacción, la apelación al consenso sin contenidos, no se pueden convertir en las respuestas que desde el Estado se dé a la aspiración legítima que una parte importante que el pueblo vasco puede tener para actualizar su autogobierno.
Desgraciadamente, esas actitudes han derivado, en el caso de Cataluña, en una situación insostenible, y las alarmas saltaron cuando ya era demasiado tarde para el encuentro.
Euskadi está haciendo su camino. Como es conocido el Parlamento Vasco viene trabajando desde hace varios meses en una ponencia que busca la actualización del Pacto Estatutario. Todos somos conscientes de las dificultades. Pero creo que sería un gran error, otro más, que el Estado no fuera capaz de ofrecer respuestas a una realidad, la de un Estado plurinacional y con sentimientos de pertenencia distintos, desde la política y desde la democracia.
No quisiera finalizar mi intervención dejando un poso de desaliento en este Foro, pero mentiría si no dijera que los tiempos que vivimos en política me producen una enorme desazón. A nivel mundial y en la política española asistimos a un lamentable espectáculo en el que resulta imposible debatir con argumentos, analizar profundamente los temas, proponer soluciones reales y tomar decisiones. Vivimos bajo la inmediatez de un tuit, el posturéo permanente, la descalificación personal y la dictadura de la imagen.
Entré en política porque creo en ella. Creo en la política como instrumento para la transformación, para la convivencia, para el acuerdo, el progreso y el bienestar de la comunidad a la que pertenecemos. Y la sigo reivindicando como tal. Con mayúsculas. Porque hoy es más necesaria que nunca. Me asusta pensar en las consecuencias que lo que hoy estamos viviendo puede acarrear sobre nuestros hijos, y me niego a aceptarlas. No sin pelear y defender que la política debe estar al servicio de los ciudadanos, en San Sebastián y en todo el mundo.
Eskerrikasko.